Como me aburro soberanamente dado que el ordenador con el que trabajo, y que por supuesto no conecto a internet, está ralizando una tarea que no acaba de concluir... Rompo mi promesa, hecha hace escasamente unas horas (puedo romper lo que me dé la gana, siempre que sea mío y no damnifico a terceros sino ayudo a mi señora) en "Solo veo rosas", mi buque insignia (de buques como éste está el Canal de la Mancha plagaíto de pecios, de buques como éste "yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos" (sólo iban a por la reina calva y el matarile que le dio a sus rivales, reina de Escocia, su prima, incluida; el matarile que pretendió darle a la tía del hispano emperador sobre cuyos territorios no se ponía el sol)
Como me aburre toda espera he de declarar algo de lo más principal si de mí viene:
Desde que Esperanza Aguirre (la jefa suprema de la Comunidad de Madrid, que, como toda jefa, o todo del que goza de una posición de superioridad sobre los otros, puede permitirse el lujo de llamarlo sin que nadie ose decírselo, ¡o comete el mayor error de su carrera!) instaló el "hijoputa" en su vocabulario... Vaya, me cae mejor.
De condesa consorte, ella, a escritora sin recursos, yo.
¡O al revés!
¡Que el "hijoputa" se universalice! Aunque acabemos todos siéndolo.
Y qué bien nos iría, amigos. Si uno dejase de llamar "hijoputa" para serlo, nos iría a todos mejor.
Al menos a los desgraciados que no tuvimos otra arma para defendernos que nuestra palabra, eso que todo el mundo tira a la papelera pues no tiene tiempo de leer, cuando ni de escuchar siquiera.
Grupo poético de Sombra & Sombra Dentro de mí con ella que es yo
El extraño caso de una generación fundándose a sí misma.
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