Como esto ya no será libro a ti ni nada, como poco y controlado queremos meter aquí, te traigo dos poemas dedicados a la muerte de nuestro padre para

que acompañen a los tuyos, pues encontramos por fin los libros, dobles versiones, triples, como de todos, ¿de cuántos concursos literarios guardando las huellas los triplicados de las triples versiones?) "Camino de espadas" Recordaba ese nombre, así lo llamé; pero no recordaba lo que en esta versión del mismo descubro, su subtítulo: (Tu muerte es nuestra muerte padre)

El milagro

Si ha de morir
ha de morir rompiendo
todo el silencio
que guardara siempre.

Una palabra al borde de la muerte
vale lo mismo que la vida
... toda la vida

Nada puedo hacer ante tu muerte
sino escoger el lápiz
de entre todos los instrumentos que dan vida
de entre todos los instrumentos que matan.

La muerte es una espera larga
en el lugar y tiempo de la vida.


Una palabra al borde de la muerte
vale lo mismo que la vida
... toda la vida.
Y la palabra que nuestro padre dijo, sí hubo milagro, fue aquella que telepáticamente transmitió a mi estado crepuscular con una voz que era y no era la suya, con una voz en mi cerebro no en mis oídos:
-Dejadme ir hacia esa nube de esplendente blanco
Sujeto artificialmente a la vida que llevaba... tanto tiempo
para un hombre de su vitalidad, su fuerza, su independencia.

Tú sin embargo no me dijiste nada. Sólo en esa aparición conjunta, tú y Alejandra en el sueño, y sin palabras me dices, con hechos, tú conduciendo sin importar la velocidad sin importar cruces en los que la muerte se aposte, pasándolos sin detenerse a mirar: -Debes ser valiente hasta el suicidio.
Debo ser valiente hasta el suicidio que me ponga al límite de esa nube de esplendente blanco.

La primera pala de tierra sobre la caja escupe
todo el desprecio del hombre por el hombre.
De eso nos morimos padre:
yo soy la próxima
(lo fuiste tú hermana)
¡¿Cómo poder sin desgarrársenos la entraña
aceptar que su vida se sepulte?!
¡¿Cómo admitir lo inadmisible?!

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