"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

sábado, 22 de noviembre de 2008

Apenas él le amalaba el noema (Este señor se olvidaba decirnos si el amelabamiento lo era a una heterosexual de su índole, a una mona, a cualquier i-

nocente homosexual a la cual hubiese previamente acorralado ayudado por la sociedad, ninguno de estos tipejos que se las "amelan", hacen nada solos, ni follar siquiera, parece mentira, pues se piensa evidente que es para lo único que están capacitados. ¿Capacitados? "¡Capacitados!", se hubiesen alborozado ellos con esta seguridad que ni en su propia polla.
Bien, pues pongámonos en el tercero, y segundo desgraciado de los casos, no hay que olvidar que la mona tampo expresó su consentimiento:
"Apenas él le amalaba el noema (decía este individuo, cuyo rasgo más sobresaliente eran ciertos ojos de besugo, que hubieran debido dar repulsión a cualquier mujer de no estar ciega o muerta, muerta: servidita en bandeja, como le ponían a ese rey nuestro, y a tantos otros se las ponen, las putas, pobrecitas a las cuales les estuvo vedado siempre otro oficio, para que así no tuvieran más remedio que apechugar con los vómitos de los coitos) ("noema". Anoten. El tal individuo ya aquí, con ese morfema, fonema, fono-su-polla, quiere hacer degradación, no ya del clítoris, sino de toda la auténtica POESÍA, la que él ni conocería a más oportunidades de reencarnarse le dieran, la hecha por las MUJERES auténticas, tal vez cuatro, tal el exterminio a que los acorralamientos machos les sometieran) a ella se le agolpaba el clémiso (Lo que se le agolparían, serían las ganas de abofetearle, diciéndose ella para sus adentros: "Contente, que te cargas tu carrera. Si la mujer ha de pasar por el ser puta para llegar a algo, ya le daremos a este besugo después con el clémiso para que se le quiten las ganas de acorralador por carrera") y caían en hidromurias (Claro, cómo no, la pobre clamaba en el fondo por su madre, su madrecita, cómo no lloraría y se amustiase de verse entre las pezuñas del sátiro que ni para hacer cocido que dar a la piara de cerdos sirven) en salvajes ambonios (salvajemente: si se trata de una violación en toda la regla, aunque la otra pudiese haber expresado un asomo de consentimiento) en sustalos exasperantes (¡¿Y cómo no asustarse de vos, so pisha, si sólo con verte los ojos....?! ¿Exasperadito te ponía que tu suciedad causase sustos? ¿Y qué otra ropavejero rejuntapunchos con tus saltones prominencias oculares, más "exaltadas" por la lascivia?) Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas (le comía el coño: hablemos sin metáforas, y menos sin sandeces de neologismos de idiota; le comía el coño para así reajuntársela a su lascivia) se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo (Ella lloraba de asco, o de rabia por estar accediendo a semejante cosa con aquello, y él tenía que recurrir a relamerle el culo) sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo (ella apretaba el culo de simple asco ante aquella lengua peor que la lija-moñigo de un estreñido, ¿cómo sería digna esa lengua de ni siquiera su mierda?) hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia (Se le cagó encima y el tipejo ya perdió su fuerza en el preludio) Y sin embargo era apenas el principio (Parece que se le repuso la lascivia una vez degustado el plato anal) porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios (Bien, parece ser que ella se torturaba los ovarios del remordimiento, diciéndose: "Pues ya que comió mi mierda, le abriremos la puerta") consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios (¡Oigan, machos, anoten, su polla, su pene, su muchachito, ese que aspira la más de las veces a otro muchachito --y no lo digo por ti querid@ JuiOA, culpable de haberme propuesto este reto, jódete ahora con los resultados-- o a darle la vuelta a todo, éste ha llamado "orfe-lunios"! Ya saben: Orfelunícense, si aspiran a hurgar... en los "líos". Vaya, no había reparado en este otro insulto neológico que el macho dedica a aquello sin lo que vivir no puede: coño, y por ello agrede tanto. Parece ser que ha llamado "hurgalíos" a la vagina. No nombre merecemos propio, nosotras o nuestros genitales, ya que somos los "líos" en los que se hurga --con hocico que hoza o punta del nabo, glande o no ande, de "glande" nada queridos chinos--, para tener algún nombre primero hemos de aceptar su patronímico como prefijo: "hurga") Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa (Yo sí que hagopausa, ¿tanta palabrería es necesaria para describir un orgasmo? ¡¿Hacen falta tantas novelas, por dios, como si eso no fuese lo que se vive todos los días, hemos de "embocapluviar" con esa baba las 23 horas restantes del día?) ¡Evohé! ¡Evohé! (¡Chitón, cacho mate, cacho lameculos con tal de llegar a un orgasmo, QUE ESTO LO ESTÁS PLAGIANDO DE ALGUIEN QUE TE LO DICTA, QUIZÁ COMO TODO LO DEMÁS, Y NO TE VA A SALVAR QUE TE LO ESCUPA EN LA CARA DE TU LÁPIDA NI TUS JODIDOS ARGENTINOS LAMEFAMAS QUE SE PROSTIBULEAN A TU SEMEJANZA PARA PODER COMER!) Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas (Quiero con ello expresar aquello de la victoria de la polla, instrumento único, si introducido, que convierte en mujer a toda vagina, antes era solamente una "mariopluma" o "marimacho", que chocho no tiene existencia por sí mismo, sólo la polla) y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas (que ya no tenía que lamer culos: ni lo lamas ya, pues conseguiste tu objetivo) en carinias casi crueles (pero ya de haber "gasas" se entiende que hay herida, y los "cariños", hemos de entrecomillarlos, ¿qué otra cosa pueden ser si no crueles? Después de coitos casi violación, pues se ha tenido que sobornar para obtener el medio consentimiento afuer de lamer culo, ¿encima pretende otras cariniñadas si la otra no debe estar haciendo otra cosa que arrepentirse, o sentir asco por su extrema debilidad ante el hecho de no resistirse cuando se le ofrecen en anales lametazos?) que los ordopenaban (Ya se acabó la fiesta para ambos) hasta el límite de las gunfias.

¡Fíjate a los extremos llegados después del coito!
Extremos muy merecidos, tanto para la que se dejó hurgar en los "líos", máxime si semejante trato de palabra a su coño, llamarle "lío", cuando la única liante que hay aquí fue siempre la polla; como para el "orfelunios", que para nada dio la palabra a la "hurgalios" para que ella nos contase desde su lado el coito denominando a la lunática polla por su "ínfer" auténtico, no "ofer"... ¿Infiernillo? Pues ni ínferos de los bíblicos. infiernillito y vas que chutás ¡CheChe!

"Dicen que el hombre utiliza sólo un 10% de su cerebro... En el mejor de los casos".
Repito el anuncio televisivo con el que ahora mismito me "relaman" la paciencia.

Hermana, te tocó, en el diario que a ti iba, y va, dedicado, que se asomase esto del "orfelunios", que para nada tú conociste, ni creo que ninguna otra mujer, por muy casadas, por muy "¿amor?" ¿libre?", por muy solteras, homosexuales o heterosexualísimas. ¿Cuándo un "orfelunios"? ¡Válgame! Estos se desinflan por la boca; pero no mueren por ella como el pez, dado que no tienen enfrente fémina alguna que les, verdaderamente, "orfelunien" u "orfelunicen" (¡A ver si alunizan ya, o se extraterrestrean, y dejan la Tierra limpia y para su verdadera propietaria: la que la trabajase!) llamando adecuadamente, infiernillito ni calienta mates, lo que les cuelga. ¡CUELGA, CUELGA!, a más se la tiren que "trepe". Trepanación de oídos, y de vista, y de todos los sentidos, toda la realidad infesta de inferlunillitos.

Y mirando una etiqueta con que dotarte, me encuentro ésta que es título de uno de mis libros: "Escribir es romperse la cabeza" (Así llamado por el apaleamiento recibido por su autora a la hora de buscar divulgación. Apaleada que no puede recurrir a ninguna asociación de víctimas de la violencia machista, ¡ejercida sobre todo aquí!: a la hora de que una voz bien diferente a la polla y a tantos coños que las emulan, busque liberación, ¡SER LIBRE, ¡PODER VIVIR, ¡QUE TE DEJEN EXPRESARTE! Y no hay represión aquí, y aquí no se atenta contra los derechos humanos. ¿Qué importancia tiene mi vida, mi palabra distinta?
Escribir es romperse la cabeza. Para mí. Para cuanta palabra honesta y de valor. Pero lo que definitivamente rompe la cabeza o alinea: aliena, es llegar a ensuciarse los ojos con lo que escribieran alguna vez otros, todos machos y sus coños émulos; cuatro y matadas mujercitas, SILENCIADAS.
Y leer te produce catalepsia
Grupo poético de Sombra & Sombra Dentro de mí con ella que es yo El extraño caso de una generación fundándose a sí misma.
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