¡Tú sí eras ella! (Titular así esa música)

Una ráfaga de esta música me ha devuelto por un momento la carne de luz de tu vida.
¡Tú sí eras ella!
Tú sí eras ella
Más que ninguna
Tu vida esa pasión que derrumbó la suerte.
¡Tú sí eras ella!:
Ese zarpazo que siendo más vida te parte el corazón.

Fuiste a nacer entre esos locos por el tango...
Pues tú sí eras ella
la vida desangrada por la sinrazón.

Tú sí eras ella, esa cabeza de la que habla el tango, confundiéndola con la del caballo, tu negro caballo de la playa francesa entre el raso de tus muslos, el caballo marrón de tu sueño en el que deseando estar montada alguien te advertía dentro del sueño que ya lo hacías: en esa ola de la suerte, supremo zarpazo lanzándote violentamente contra las estrellas rocas del destino, que yo en mi temprana juventud escribiese.

Tú sí eras ella: Esa carne de luz que pellizca el tango. Llámese así ese zarpazo de regresar al Alba: "Tú sí eras ella". Carne de luz de la pasión extrema que no admite engaños, no admite llegar tan sólo hasta ciertos límites sabiendo lo infinito de su destello.

Tú sí eras ella, la carne de luz de la que habla el tango



Por ello, desde este lado al que tú te ingresas con la carne de luz de tu vida buscándome la carne de luz... con tanta frecuencia, así en destellos, te recibimos con el partido corazón que se asemeja al tuyo, que no admite límites, mentiras, canalladas, ¡que no admite la muerte! aunque por lo mismo más que a nadie te la den, o más antes, y puede ser definido por esta música: