"La rebelión es mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos" Alejandra Pizarnik-en esta vida

"Solo veo rosas" Alejandra Pizarnik-más allá de esta vida-

lunes, 1 de septiembre de 2008

Palabras (Titula Pizarnik) Y empieza: "Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera. Se dice. Por amor al silencio se

dicen miserables palabras."

Y estoy segura que la honradez Pizarnik pensaba tanto en las palabras de los demás como en las propias, seguramente más en las propias dada su honradez, dada su sencillez... O quizás no. Pero sí pensaba en las de ella. Igual que yo ahora en las mías: Miserables palabras, pero no "por amor al silencio", como quizá ella se aquejaba de sí, de los otros, de la falta de libertad de los años que han pasado a la historia como renovadores, liberadores (SIENDO TAN MENTIRA, AL MENOS EN CUANTO A LA PALABRA Y A LO CON ELLA COMUNICADO, ¡SI NO HEMOS LLEGADO TODAVÍA A LIBERAR ESA EXPRESIÓN!) los sesenta principio de los setenta del siglo pasado; las mías, miserables palabras también en medio de su grandeza, en medio de lo que nadie expresa, pues ando a la pata coja, la pata que me quebraron desde la adolescencia, desde esta marginación prolongada, de un modo u otro, desde entonces hasta la fecha. La pata que me quebraron: la social, el encaje en ello, la integración en plano de igualdad, más o menos aceptable, con los otros. Jamás ha existido esa igualdad aceptable para mí, ese hablar de los otros dentro de los otros y no fuera... Entonces, miserables palabras, pues cojas. Fuere la cojera achacable más a mis prójimos que a una.

Miserables palabras que quizá me sobredimensione la injusticia cometida con ellas, a estos ojos, mis ojos que las miran, no dejaron jamás de mirarlas, trabajarlas, ¡aun dentro de sus cajones! ...Aunque reconociéndome más en mi propia miseria de salvarlas, más que en lo nada o mucho que pudieran ser ellas, sintiendo esta miserable impotencia que no me abandona desde que tengo memoria, aunque las grite más alto, más fuertes se hagan ellas, de lo mismo. Sintiéndolo. Sintiendo que vano será mi esfuerzo de nuevo por intentar algún tipo de salvación para quizá ninguna de ellas, ¡las mejores puede que incluso aquí enterradas en mis cajones!, ahí se mueran... Reconociéndolo.

Transcribo aquí las palabras salvadas de ella, tampoco por salvadas, salvadas; sólo si repetidas, salvadas, sólo si muchas más bocas que una pronunciándola, sólo si muchas más bocas que las tristes y desgraciadas del mundo de la cultura, y esas tampoco tanto, bocas tristes y desgraciadas del mundo de la cultura... siempre tan al margen de los acontecimientos de sus sociedades, ¡siempre de refuerzo de los miserables acontecimientos de sus sociedades!, siempre de escaparate inútil, ornamento de estantes, cenáculos de élites, no sé si todas criminales, las élites, los cenáculos. Repitamos entonces aquí sus palabras, tampoco por salvadas, salvadas (salvadas: en la conciencia colectiva de sus pueblos y no sólo "Quijotes" y otros, tan nada en realidad para nadie, ni para nada, salvo disculpas "culturales" viviendo de la muerte y de sus muertos. Y no hablemos de lo conocido por "cultura viva", vivos sus creadores al momento, ¡pues menos son! y más nada, igual tan muertos)

Y no escojo las palabras de su "Palabra", por amor al silencio se dicen miserables palabras.... Aunque sí. Estaba pensando en lo que escribió aquí en España y que tituló "El escorial" (Y del Escorial, Escoria, dije yo en un poema, que ni recuerdo cuál, ni sé dónde se encuentre en el mar de mis papeles, si es que se encuentra. Pero quedémonos en "Por amor al silencio":

Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera. Se dice. Por amor al silencio se dicen miserables palabras. Un decir forzado, forzado, un decir sin salida posible, por amor al silencio, por amor al lenguaje de los cuerpos. Yo hablaba. En mí el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.

Debiera invertirse ese orden maligno. Por primera vez emplear palabras para seducir a quien se quisiera gracias a la mediación del silencio más puro. Siempre he sido yo la silenciosa. Las palabras intercesoras, las he oído tanto, ahora las repito. ¿Quién elogió a los amantes en detrimento de los amados? Mi orientación más profunda: la orilla del silencio. Palabras intercesoras, señuelo de vocales. Ésta es ahora mi vida: mesurarme, temblar ante cada voz, temblar las palabras apelando a todo lo que de nefasto y de maldito he oído y leído en materia de formas de seducción

(la palabra, tantísimas veces empleada para sólo eso: para hacernos amar, mendigos de afecto. Palabramar que digo yo en mi verbo a Alejandra dedicado. Palabramándola desde sus piernas al ego, que ya no son, que SON pero de otro modo, más completo, cierto de veras, de veras ya en su pureza, anulación de todos los defectos que es el morirnos. Ella de entonces, 1964, en su trampa cogida de PALABRAMANTE)
El hecho es que yo contaba, yo analizaba, yo relacionaba ejemplos proporcionados por los amigos comunes y la literatura. Le demostraba que la razón estaba de mi parte, la razón de amor. Le prometía que amándome iba a serle accesible un lugar de justicia perfecta (Justicia perfecta sólo donde estás querida, aquí ni pinta en justicia, ni menos perfecta, pasen siglos milenios) Esto le decía sin estar yo misma enamorada, habiendo sólo en mí la voluntad de ser amada por él y no por otro. Es tan difícil hablar de esto. Cuando vi su rostro por primera vez, deseé que fuera de amor al volverse hacia mi rostro. Quise sus ojos despeñándose en los míos. De esto quiero hablar. De un amor imposible porque no hay amor. Historia de amor sin amor. Me apresuro. Hay amor. Hay amor de la misma manera en que recién salí a la noche y dije: hay viento. No es una historia sin amor. Más bien habría que hablar de los sustitutos.

Hay gestos que me dan en el sexo. Así: temor y temblor en el sexo. Ver su rostro demorándose una fracción de segundo, su rostro se detuvo en un tiempo incontable, su rostro, un detenerse tan decisivo, como quien mueve la voz y dice no. Aquel poema de Dylan Thomas sobre la mano que firma en el papel. Un rostro que dure lo que una mano escribiendo un nombre en una hoja de papel. Me dio en el sexo. Levitación; me izan; vuelo. Un no, a causa de ese no todo se desencadena. He de contar en orden este desorden. Contar desordenadamente este extraño orden de cosas. A medida que no vaya sucediendo.

Hablo de un poema que se acerca. Se va acercando mientras a mí me tienen lejos. Sin descanso la fatiga; infatigablemente la fatiga a medida que la noche -no el poema- se acerca y yo estoy a su lado y nada, nada sucede. Sólo una voz lejanísima, una creencia mágica, una absurda, antigua espera de cosas mejores.

Recién le dije no. Escándalo. Transgresión. Dije no, cuando desde hace meses agonizo de espera y cuando inicio el gesto, cuando lo iniciaba... Trémulo temblor, hacerme mal, herirme, sed de desmesura (pensar alguna vez en la importancia de la sílaba no)


Dejo enlaces también con mis poemas de vuelta, y otras prosas esclarecedoras, en mi "Solo veo rosas 2", el porqué de una vuelta; y con "Sexo del alma" and "I only see roses II" para que vean de que modo tan "categórico", o tan sexo sin alma, se me recibe.
Grupo poético de Sombra & Sombra Dentro de mí con ella que es yo El extraño caso de una generación fundándose a sí misma.
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