Y el nombre de hombre era mi padre, no creo que en mi vida tenga otro nombre de hombre, ¡y ni siquiera me lo haya proporcionado la historia, ni siquiera la víctima que también lo fue el Jesucristo, y todos los otros desgraciados del género masculino que así!, al que poder rendir homenaje, sea mi padre por haber sido yo su hija.
(Me fuerza, la ventana de redacción y quienes la mediaticen, a situar en dos entradas distintas este texto que con el anterior correspondía sólo a una. Así se me permitirá separarlo con los retornos de carro que no me permite "la ventana de redacción", ya digo, en entrada anterior, apelotonándome párrafo con párrafo. Cuánta maldá, cuánta envidia)