En un cristal sin defectos un electrón tiene el don de la ubicuidad

Cada electrón de mi cuerpo si yo fuese un cristal así, sabría ponerse en el lugar de otro.... en el lugar de todos. Un solo electrón con toda la información que es Carmen. Qué dicha de energía y economía de espacio. ¿Para qué gastar piernas y brazos pudiendo ser pura radiación? Y viajaría a la velocidad de la luz por una determinada banda del espectro para mi exacta localización. No es justo ocultarse del electrón que espera comunicar contigo, intercambiar contigo sus posiciones: ¡Convertirse en ti! Tú en él.

Las almas dentro de Dios, dentro del Paraíso o en "caldo de cultivo" llamado Perfección, son electrones así dotados. Son ellas y a la vez todas las otras (Desde luego que eso no puede pasar aquí, pienso ahora 2008, bastante más pesimista que incluso a la hora de la muerte de mi hermana y desear ya allí, ¡ya antes de aquella hora! acabar con todo) Nada hay oculto en ningún corazón, ningún propósito diferente.

Y está bien que le añada esa aclaración final a la última frase. Pues el que no haya nada oculto en los corazones querría decir de las buenas intenciones de los mismos, o sea no tener ninguno de los innumerables CoRazones del Fin de los Tiempos "ningún propósito diferente". ¿Cómo se podría tener el conocimiento de esas, dado lo tantas, casi infinitas almas, en el odio de las unas a las otras, en las deudas a pagar por unas a otras no habiendo sido satisfechas en la exacta medida?
...Y así tenemos cerrados los ojos al Conocimiento del Todo, sea Teoría Física, sin duda lo será, sea descubrimiento de lo Universo Psique-Mariposa que es el Universo en el que vivimos, apartados en este suburbio desde el cual estamos privados del acceso a las corrientes cósmicas por donde discurren las demás almas de otros mundos, u otras civilizaciones, como quieran llamar, con las que no contactamos sólo porque somos dos realidades físicas diferentes, nuestra ignorancia nos mantiene ahí. Y más que ignorancia ninguna otra, incluida la física, la psíquica ignorancia, la obligación de estar ciegos a los otros corazones mientras estos no sean CoRazones, como me gustaba a mí escribir el nombre de esa víscera o músculo en mi tierna juventud, mientras tengan bochornosos secretos que ocultar, deudas que abonar a otros CoRazones. Terrible cosa haber quedado debiendo en esa Caja del Karma, pues ello es la única cosa que nos llevamos del mundo: Lo que nos deben, lo que dejamos debiendo.